lunes, mayo 08, 2006

Cuento extraño I

Tan compenetrado en su música nunca notó que su parada iba quedando atrás. Disfrutaba del sonido que escuchaba en sus auriculares como pocos... desglosaba la música acorde por acorde. Se sentía en un show en vivo y la música era lo único que podía hacerlo soportar la mañana. En su viaje no había contacto con nada, apenas si miraba a la gente para no tropezar con ella, no había encuentros que después de ser abordado tuvieran más respuesta que un simple saludo, no había siquiera un cuerpo exuberante que desviara su atención, no había lectura fascinante que lo atrajera, simplemente su música. Al levantar la cabeza en un corte entre temas, notó que otra vez estaba a un par de estaciones de la suya, sin mayor preocupación se dirigió a la puerta, bajó y decidió no cruzarse de anden, sino caminar, era una mañana fresca, pero muy agradable. Camino por la calle que iba junto a las vías, por más que cada algunas cuadras debía dar un rodeo porque se cortaban en un murallón, sabía que era la forma más sencilla de llegar sin tener que desatender su música buscando el camino. En uno de esos pasillos entre paredones y las rejas que custodian la vía, encontró un espacio abierto con verde pasto. Decidió sentarse allí hasta terminar el cd de turno. Se relajó y disfrutó la música mientras sus pies descalzos recibían la energía y la humedad de la tierra. Lo reemplazó y hecho una mirada alrededor, el lugar le pareció perfecto y lo eligió para pasar el resto de la mañana con su música. Así lo hizo, el tiempo pasó sin que él lo notara...Le costó abrir los ojos no reconocía el lugar, y le costaba enfocar la vista, veía a alguien parado junto a la cama, sabía que no era la suya, escuchaba que hablaban, pero era un sonido uniforme y con espantosos ecos... Logró ver que la chica llevaba un ambo verde y rápidamente dedujo que estaba en un hospital pero... por qué??? Cómo había llegado ahí??? Logró entender que le preguntaba, trató de responder, pero a penas si pudo abrir la boca y susurrar algo. Ella asumió su respuesta como un si y le dijo que descansara que no se preocupara, que iba a estar bien, y se fue. Se fue sin darle las respuestas que él necesitaba, trató de moverse para llamarla, pero le dolió todo el cuerpo. Solamente podía mover sus párpados sin que un profundo dolor le cayera sobre su cuerpo como un baldazo. Trató en vano de recordar que lo llevó a ese estado, a ese lugar... Recordó su música y volvió a intentar hablar para pedirla, pero no pudo lograrlo. Luego de varios intentos y punzantes y agudos dolores, decidió rendirse. Aunque la necesidad de su música seguía, ya no podía resistir el esfuerzo. Comenzó a tararear algo en su cabeza para desviar su mente que no dejaba de preguntarse por qué estaba ahí? qué tenía? qué le había pasado a él? qué le había pasado a su música? Luego de un largo rato y muchos grandes temas sonaran en su interior, notó que en su cerebro guardaba por separado el sonido de cada instrumento y cada nota. Se puso a jugar cambiando sobre un tema las mismas notas por distintos ejecutantes, eso lo entretuvo y lo dispersó, una vez más, de su entorno. Nunca escuchó a la doctora cuando volvió a hablarle. Seguía divirtiéndose mezclando artistas y notas, armaba grandes bandas con partes de las mejores interpretaciones de cada instrumento e incluso varias de un mismo instrumento. Descubrió que podía acelerar los ritmos y dejó correr el tiempo modificando los temas clásicos que a él más le gustaban. Tras una buena dosis de esos pequeños cambios, se animó a componer por si mismo con las notas e interpretaciones de su cabeza que era como una gran biblioteca de sonidos. Disfrutó, se frustró y se llenó de orgullo con las distintas obras que generó en su cabeza, pero principalmente y una vez más se mantuvo abstraído de su entorno, sin ver ni oír a nadie. Los médicos no comprendieron jamás porque los estudios registraban tanta actividad cerebral en un paciente que nunca habría de reaccionar...

+++ No preguntes, yo solo quiero dormir una eternidad
Y soñar un nuevo despertar +++